Translate

lunes, 4 de junio de 2012

"La Fantasmal Niebla" de Enrique Franco


...y el marinero pudo, aunque en una mínima medida, saciar un poco su devoradora hambre, causada por días enteros de ayuna...

La sombría tormenta ya había amainado aunque a su paso incontenible había diluido en las aguas de la mar, las pobres almas de los tripulantes del Aegis, a la cual arrebató su espíritu guerrero dejando sólo su inerte casco, flotando a la deriva.

Sólo dos hombres, amarrados velozmente al mástil sobrevivieron el infierno en las aguas del océano, a aquel aluvión, tifón fantasmal que sepultó a todos los hombres, convirtiendo sus camarotes en sepulcros de madera y agua… o arrojándolos por la borda, depositándolos en las profundidades…

Ellos habían sobrevivido, soportando todas las penurias que abatieron sus cuerpos, desde la salida del sol, hasta el destello titilante de las estrellas.

…¿Pero acaso los vivos no desearían estar sepultados en las frías profundidades, y los difuntos, estar vivos en cubierta?

Así las tumultuosas mareas y las Lunas pasaron, siguiendo el Aegis su destino desconocido. Lentamente el hambre y la sed de los navegantes se fueron convirtiendo en dolor y fiebre, y éste calor abrasante transformó los únicos pensamientos de éstos en delirios, alucinaciones y locuras, jugando en sus abatidas almas, con la delgada línea de realidad y fantasía.

Y el Aegis siguió su camino inexorable… -oh que clamor de sed emana de mis fauces, de mis partidos labios, de mi reseca lengua…- palabra alguna no se podían dirigir los compañeros, aunque una sola miraba ya bastaba para comprender.

Pero ahora el viejo comía, como una fiera bestial, devorando sin degustar una carne magra y cruda, hasta que allá, en la parte más densa de la niebla, aquella horrible niebla que los había seguido durante días, divisó una gran sombra, rondando, acechando…

¡Adelante maldito espíritu, fantasma o demonio, llévanos contigo si quieres, puesto que me es imposible imaginar algún Infierno ni castigo peor que este Limbo gris y eterno!

Luego de unos momentos en silencio, la fantasmal niebla, aquel artífice del sueño letárgico de muerte que los acosaba, como si se hubiese roto un conjuro evocado por un maligno hechicero, se disolvió.

¡Un barco…un barco! sólo pudo pronunciar, desde su ardida garganta, el viejo marinero con las últimas de sus fuerzas. Nada más fue escuchado…

Ya sin la perpetua neblina, pudo observar a su alrededor, y con el maleficio roto, anonadado, entró en pánico.

Arrastrándose como sus impulsos lo permitieron, tomó por los brazos a su compañero y lo llevó a popa. 

¡No nos tienen que ver, no nos pueden ver! vociferó.

Sacando el puñal de Judas de la espalda de su acompañante, el viejo arrojó el cuerpo moribundo de su compañero de penurias a las profundidades del abismo. En tanto que caía, gemía en una agonía de incomprensible sufrimiento, ahogándose en su propia sangre. 

Así, mientras el viejo lo observaba bajo el resplandor de la Luna, se hundió el cuerpo desmembrado, perdiéndose en el mar lo que fue el resto de su camarada, de su último consumo de carne.

NombreEnrique Franco
Emailenri_mza@hotmail.com

No hay comentarios:

Publicar un comentario